domingo, 31 de julio de 2016

Por qué Hillary Clinton es mucho peor que Trump



DIANA JOHNSTONE

Diana Johnstone es quizá una de las comentaristas de la política europea y estadounidense más reputadas en la izquierda. Colaboradora, entre otros, de Counterpunch, Johnstone, que se hizo conocida en Europa por sus críticas a la política occidental durante las guerras en los Balcanes, acaba de sacar un libro sobre Hillary Clinton titulado La reina del caos. La entrevistó para lamarea.com Àngel Ferrero.

Los medios estadounidenses han centrado su atención estas primarias en Donald Trump. Pero en su opinión, Hillary Clinton también debería ser motivo de preocupación. La ha descrito como ‘la reina del caos’. ¿Por qué?

Trump consigue titulares porque es una novedad, un showman que dice cosas chocantes. Es visto como un intruso en un espectáculo electoral diseñado para transformar a Clinton en la “primera mujer presidenta de América”. ¿Por qué la llamo reina del caos? En primer lugar, por Libia. Hillary Cinton fue en gran medida responsable de la guerra que hundió a Libia en el caos, un caos que se extiende hacia el resto de África e incluso Europa. Ha defendido más guerra al Oriente Medio.

Mi opinión no es que Hillary Clinton “también debería” ser motivo de preocupación. Ella es el principal motivo de preocupación. Clinton promete apoyar más a Israel contra los palestinos. Está totalmente comprometida con la alianza de facto entre Arabia Saudí e Israel que tiene como objetivo derrocar a Assad, fragmentar Siria y destruir la alianza chií entre Irán, Assad y Hezbolá. Esto aumenta el riesgo de confrontación militar con Rusia y Oriente Medio. Al mismo tiempo, Hillary Clinton defiende una política beligerante hacia Rusia en su frontera con Ucrania. Los medios de comunicación de masas en Occidente se niegan a darse que cuenta que muchos observadores serios, como por ejemplo John Pilger y Ralph Nader, temen que Hillary Clinton nos conduzca, sin advertirlo, a la Tercera Guerra Mundial.

Trump no se ajusta a ese molde. Con sus comentarios groseros, Trump se desvía radicalmente del patrón de lugares comunes que oímos de los políticos estadounidenses. Pero los medios de comunicación establecidos han sido lentos en reconocer que el pueblo estadounidense está completamente cansado de políticos que se ajustan al patrón. Ese patrón está personificado por Hillary Clinton. Los medios de comunicación europeos han presentado en su mayoría a Hillary Clinton como la alternativa sensata y moderada al bárbaro de Trump. Sin embargo, Trump, el “bárbaro”, está a favor de reconstruir la infraestructura del país en vez de gastar el dinero en guerras en el extranjero. Es un empresario, no un ideólogo.

Trump ha afirmado claramente su intención de poner fin a la peligrosa demonización de Putin para desarrollar relaciones comerciales con Rusia, lo que sería positivo para Estados Unidos, para Europa y para la paz mundial. Extrañamente, antes de decidir presentarse como republicano, para consternación de los líderes del Partido Republicano, Trump era conocido como demócrata, y estaba a favor de políticas sociales relativamente progresistas, a la izquierda de los actuales republicanos o incluso Hillary Clinton.

Trump es impredecible. Su reciente discurso en AIPAC, el principal lobby pro-israelí, fue excesivamente hostil hacia Irán, y en 2011 cayó en la propaganda que condujo a la guerra contra Libia, incluso si ahora, retrospectivamente, la critica. Es un lobo solitario y nadie sabe quiénes son sus asesores políticos, pero hay esperanza de que arroje fuera de la política a los neoconservadores e intervencionistas liberales que han dominado la política exterior estadounidense los últimos quince años.

Los asesores de Clinton destacan su experiencia, en particular como secretaria de Estado. Muchos se ha escrito sobre esta experiencia y no siempre de manera positiva. ¿Cuál fue su papel en Libia, Siria o Honduras?

Hay dos cosas que decir sobre la famosa experiencia de Hillary Clinton. La primera es observar que su experiencia no es el motivo de su candidatura, sino, más bien, la candidatura es el motivo de su experiencia. En otras palabras, Hillary no es candidata debido a que su maravillosa experiencia haya inspirado a la gente a escogerla como aspirante a la presidencia. Es más correcto decir que ha acumulado ese currículo justamente para cualificarse como presidente.

Durante unos veinte años, la máquina clintonita que domina el Partido Demócrata ha planeado que Hillary se convierta en “la primera mujer presidenta de EEUU” y su carrera se ha diseñado con ese fin: primero senadora de Nueva York, después secretaria de Estado.

Lo segundo concierne al contenido y la calidad de esa famosa experiencia. Se ha empecinado en demostrar que es dura, que tiene potencial para ser presidenta. En el Senado votó a favor de la guerra de Irak. Desarrolló una relación muy cercana con el intervencionista más agresivo de sus colegas, el senador republicano por Arizona John McCain. Se unió a los chovinistas religiosos republicanos para apoyar medidas como hacer que quemar la bandera estadounidense fuese un crimen federal. Como secretaria de Estado, trabajó con “neoconservadores” y esencialmente adoptó una política neoconservadora utilizando el poder de Estados Unidos para rediseñar el mundo.

Respecto a Honduras, su primera importante tarea como secretaria de Estado fue proporcionar cobertura diplomática para el golpe militar de derechas que derrocó al presidente Manuel Zelaya. Desde entonces Honduras se ha convertido en la capital con más asesinatos del mundo. En cuanto a Libia, persuadió al presidente Obama para derrocar el régimen de Gaddafi utilizando la doctrina de “responsabilidad para proteger” (R2P) como pretexto, basándose en falsas informaciones. Bloqueó activamente los esfuerzos de gobiernos latinoamericanos y africanos para mediar, e incluso previno los esfuerzos de la inteligencia militar estadounidense para negociar un compromiso que permitiese a Gaddafi ceder el poder pacíficamente.

Continuó esa misma línea agresiva con Siria, presionando al presidente Obama para que incrementase el apoyo a los rebeldes anti-Assad e incluso para imponer una “zona de exclusión aérea” basada en el modelo libio, arriesgándose a una guerra con Rusia. Si se examina atentamente, su “experiencia” más que cualificarla para el puesto de presidente, la descalifica.

Como secretaria de Estado, Clinton anunció en 2012 un “pivote” a Asia oriental en la política exterior estadounidense. ¿Qué tipo de política podríamos esperar de Clinton hacia China?

Básicamente este “pivote” significa un desplazamiento del poder militar estadounidense, en particular naval, desde Europa y Oriente medio al Pacífico occidental. Supuestamente, porque debido a su creciente poder económico China ha de ser una “amenaza” potencial en términos militares. El “pivote” implica la creación de alianzas antichinas entre otros Estados de la región, lo que con toda probablidad incrementará las tensiones, y rodeando a China con una política militar agresiva se la empuja efectivamente a una carrera armamentística. Hillary Clinton apuesta por esta política y si llegase a la presidencia la intensificaría.

Clinton dijo en 2008 que Vladímir Putin no “tiene alma”. Robert Kagan y otros “intervencionistas liberales” que jugaron un papel destacado en la crisis en Ucrania la apoyan. ¿Su política hacia Rusia sería de una mayor confrontación que la del resto de candidatos?

Su política sería claramente de una mayor confrontación hacia Rusia que las de Donald Trump. El contrincante republicano de Trump, Ted Cruz, es un fanático evangélico de extrema derecha que sería tan malo como Clinton, o quizá peor. Comparte la misma creencia semirreligiosa de Clinton en el rol “excepcional” de Estados Unidos para modelar el mundo a su imagen. Por otra parte, Bernie Sanders se opuso a la guerra de Iraq. No ha hablado demasiado de política internacional, pero su carácter razonable sugiere que sería más juicioso que cualquiera de los demás.

Los asesores de Clinton tratan de destacar su intento de reformar el sistema sanitario estadounidense. ¿Fue ese intento de reforma realmente un avance y tan importante como dicen que fue?

En enero de 1993, pocos días después de asumir la presidencia, Bill Clinton mostró su intención de promocionar la carrera política de su esposa nombrándola presidenta de una comisión especial para la reforma del sistema nacional de sanidad. El objetivo era llevar a cabo un plan de cobertura sanitaria basado en lo que se denominó “competitividad gestionada” entre compañías privadas. El director de esa comisión, Ira Magaziner, un asesor muy próximo a Clinton, fue quien diseñó el plan. El papel de Hillary era vender políticamente el plan, especialmente al Congreso. Y en eso fracasó por completo. El “plan Clinton”, de unas 1.342 páginas, fue considerado demasiado complicado de entender y a mediados de 1994 perdió prácticamente todo el apoyo político. Finalmente se extinguió en el Congreso.

Respondiendo a la pregunta, el plan básicamente no era suyo, sino de Ira Magaziner. Como había de depender de las aseguradoras privadas, orientadas al beneficio, como ocurre con el Obama Care, ciertamente no era un avance, como sí que lo es el sistema universal que defiende Bernie Sanders.

La campaña de Clinton ha recibido notoriamente dinero de varios hedge funds. ¿Cómo cree que podría determinar su política económica si consigue llegar a la presidencia?

Cuando los Clinton abandonaron la Casa Blanca en enero de 2001, Hillary Clinton lamentó estar “no sólo sin blanca, sino en deuda”. Eso cambió muy pronto. Hablando figuradamente, los Clintons se trasladaron de la Casa Blanca a Wall Street, de la presidencia al mundo de las finanzas. Los banqueros de Wall Street compraron una segunda mansión para los Clinton en el Estado de Nueva York (que se sumó a la que tienen en Washington DC) prestándoles primero el dinero y luego pagándoles millones de dólares por ofrecer conferencias.

Sus amistades en el sector bancario les permitieron crear una fundación familiar ahora valorada en dos mil millones de dólares. Los fondos de la campaña proceden de fondos de inversión amigos que colaboran de buen grado. Su hija, Chelsea, trabajó para un fondo de inversión antes de casarse con Marc Mezvinsky, quien creó su propio fondo de inversión después de trabajar para Goldman Sachs.

En pocas palabras, los Clinton se sumergieron por completo en el mundo de las finanzas, que se convirtió en parte de su familia. Es difícil imaginar que Hillary se mostrase tan desagradecida como para llevar a cabo políticas contrarias a los intereses de su familia adoptiva.

Se dice que la política de identidad es otro de los pilares de su campaña. Quienes apoyan a Clinton afirman que votándola se romperá el techo de cristal y que por primera vez en la historia una mujer entrará en la Casa Blanca. Desde varios medios has protestado contra esta interpretación.

Una razón fundamental para que se diese la alianza de Wall Street con los Clinton es que los autoproclamados “nuevos demócratas” encabezados por Bill Clinton lograron cambiar la ideología del Partido Demócrata de la igualdad social a la igualdad de oportunidades. En vez de luchar por las políticas tradicionales del New Deal que tenían como objetivo incrementar los estándares de vida de la mayoría, los Clinton luchan por los derechos de las mujeres y las minorías a “tener éxito” individualmente, a “romper techos de cristal”, avanzar en sus carreras y enriquecerse. Esta “política de la identidad” quebró la solidaridad de la clase trabajadora haciendo que la gente se centrase en la identidad étnica, racial o sexual. Es una forma de política del “divide y vencerás”.

Hillary Clinton busca persuadir a las mujeres de que su ambición es la de todas ellas, y que votándola están votando por ellas mismas y su éxito futuro. Este argumento parece funcionar mejor entre las mujeres de su generación, que se identificaron con Hillary y simpatizaron con el apoyo leal a su marido, a pesar de sus flirteos. Sin embargo, la mayoría de las jóvenes estadounidenses no se han dejado llevar por este argumento y buscan motivos más sólidos a la hora de votar. Las mujeres deberían trabajar juntas por las causas de las mujeres, como el mismo salario por el mismo trabajo, o la disponibilidad de centros infantiles para las mujeres trabajadoras. Pero Hillary es una persona, no una causa. No hay ninguna prueba de que las mujeres en general se hayan beneficiado en el pasado de tener a una reina o una presidenta. Es más, aunque la elección de Barack Obama hizo felices a los afroamericanos por motivos simbólicos, la situación de la población afroamericana ha ido empeorando.

Mujeres jóvenes, como Tulsi Gabbard o Rosario Dawson, consideran que poner fin a un régimen de guerras y cambios de régimen y proporcionar a todo el mundo una buena educación y sanidad son criterios mucho más significativos a la hora de escoger un candidato.

¿Por qué las minorías siguen apoyando a Clinton en vez de a Sanders?

Está cambiando. Hillary Clinton ganó el voto negro en las primarias demócratas en los Estados del sur profundo. Fue a comienzos de la campaña, antes de que Bernie fuese conocido. En el sur profundo, muchos afroamericanos estaban desencantados porque muchos de ellos estaban en prisión o habían estado en prisión, y la mayoría de votantes son mujeres mayores que asisten regularmente a la iglesia, donde escuchan a los predicadores pro-Clinton, no lo que se dice en Internet.

En el norte las cosas son diferentes, y el mensaje de Sanders está consiguiendo extenderse. Lo apoyan la mayor parte de intelectuales afroamericanos y de afromericanos del mundo del entretenimiento. Ésta es la primera elección presidencial donde Internet juega un papel clave. Especialmente la gente joven, que no confía en los medios de comunicación establecidos. Es suficiente leer los comentarios de los lectores estadounidenses en Internet para darse cuenta de que Hillary Clinton está considerada ampliamente como una mentirosa, una hipócrita, una belicista y un instrumento de Wall Street.

¿Cómo ves la campaña de Bernie Sanders? Es visto como la esperanza de la izquierda, pero tras la presidencia de Obama también hay cierto escepticismo. Algunos comentaristas han señalado su apoyo a intervenciones militares estadounidenses en el pasado.

A diferencia de Obama, quien prometió un “cambio” vago, Bernie Sanders es muy concreto a la hora de hablar de los cambios que se tienen que hacer en política doméstica. E insiste en que él solo no puede hacerlo. Su insistencia en que se precisa una revolución política para conseguir sus metas está realmente inspirando el movimiento de masas que necesitaría. Es lo suficientemente experimentado y tozudo como para evitar que el partido le secuestre, como ocurrió con Obama.

En cuanto a la política exterior, Sanders se opuso firmemente y de manera razonada a la guerra de 2003 en Irak, pero como la mayor parte de la izquierda, se dejó llevar por los argumentos en favor de las “guerras humanitarias”, como la desastrosa destrucción de Libia.

Pero este tipo de desastres han comenzado a educar a la gente, y puede que hayan servido de lección al propio Sanders. La gente puede aprender. Puede oír, entre quienes le apoyan, a antibelicistas como la congresista Tulsi Gabbard de Hawai, que presentó su dimisión en el Comité Nacional Demócrata para apoyar a Sanders. Hay una contradicción obvia entre el gasto militar y el programa de Sanders para reconstruir EEUU. Sanders ofrece una mayor esperanza porque viene con un movimiento nuevo, joven y entusiasta, mientras que Hillary viene con el complejo militar-industrial y Trump viene consigo mismo.

Actualmente vive en Francia. ¿Cómo ve la situación en el país? ¿Qué explica el ascenso del Frente Nacional, en paralelo a otras fuerzas de la nueva derecha (o nacional-conservadoras)?

Los partidos establecidos siguen las mismas políticas impopulares en Europa y en EEUU y eso, naturalmente, lleva a la gente a buscar algo diferente. El control local de los servicios sociales se sacrifica a la necesidad de “atraer inversores”, en otras palabras, a dar al capital financiero la libertad de modelar sociedades dependiendo de sus opciones de inversión. La excusa es que, atrayendo inversores, se crearán empleos, pero esto no ocurre. Puesto que la clave de estas políticas es romper las barreras nacionales para permitir al capital financiero ganar acceso, es normal que la gente acuda a los llamados partidos “nacionalistas” que aseguran querer restaurar la soberanía nacional. Como en Europa sobreviven los fantasmas del nazismo, “soberanía nacional” se confunde con “nacionalismo”, y “nacionalismo” se equipara con guerra. Estas suposiciones hacen que el debate en la izquierda sea imposible y termine favoreciendo a los partidos de derecha, que no sufren de este odio al Estado nacional.

En vez de actuar con horror a la derecha, la izquierda necesita ver las cuestiones que afectan realmente a la gente con claridad.

En el pasado ha criticado a la izquierda (o a una parte considerable de ella) por apoyar las llamadas “intervenciones humanitarias”. ¿Qué opina de la ‘nueva izquierda’ o ‘nueva nueva izquierda’ en países como Grecia o España?

La propaganda neoliberal dominante justifica la intervención militar por motivos humanitarios, para “proteger” a la gente de “dictadores”. Esta propaganda ha tenido mucho éxito, especialmente en la izquierda, donde con frecuencia se acepta como una versión contemporánea del “internacionalismo” de la vieja izquierda, cuando en realidad es todo lo opuesto: no se trata de las Brigadas Internacionales y su idealismo, combatiendo por una causa progresista, sino del Ejército estadounidense bombardeando países en nombre de alguna minoría que puede acabar demostrándose como un grupo mafioso o terroristas islámicos.

Honestamente, creo que este libro es una aportación a la crítica de la política intervencionista liberal, y lamento que no esté disponible en español, aunque hay ediciones en inglés, francés, italiano, portugués, alemán y sueco.

Ángel Ferrero - La marea

miércoles, 6 de julio de 2016

Jorge Zabalza: "decir izquierda no quiere decir nada"



Emiliano Tuala
  blog Etcetera


 


Alejado de la militancia política formal y de muchos de quienes fueron sus compañeros de lucha en el MLN, aunque bien cerca de su compañera Verónika y de sus ideas de toda la vida, Jorge Zabalza siempre tiene algo interesante para decir. Por eso esta entrevista a "el Tambero", con quien conversamos sobre la izquierda de hoy y la de ayer, el marxismo y los gobiernos del Frente Amplio.


Jorge, ¿qué implica ser de izquierda en estos tiempos?

El término izquierda indica a quienes poseen una visión crítica sobre el estado actual de cosas y se proponen cambiarla. Abarca una gama muy variada de posturas ideológicas. En primer lugar, dentro de la izquierda hay un grupo de posiciones que proclaman el propósito de cambiar solamente algunas de las aristas del sistema, las más filosas, aquellas que producen mayor espanto y, por consiguiente, la propuesta de cambiarlas posibilita convocar el espectro más amplio de alianzas. Esta finalidad política, que renuncia a cambiar el sistema en sí, frena al pensamiento crítico, le impide descender de la superficie, no lo necesita porque como no piensan tocar las bases de la sociedad, ¿para qué ir hasta el fondo?

Muy diferente es la corriente integrada por personas moralmente indignadas con este el mundo dominado por el afán de lucro y la competencia feroz entre feroces individuos. Indignación moral porque las grandes mayorías están siendo privadas de su condición humana. El enojo y la bronca empujan el pensamiento crítico al fondo del asunto y allí descubre que esos males son propios de un sistema organizado en torno al mercado y al trabajo forzado. Que es necesario transformar al capitalismo en su totalidad y no solamente algunas de sus externalidades, que es preciso erradicar el salario y la ley del valor como forma predominante de relación entre las personas y organizar un modo justo e igualitario de producir y hacer política. Que se necesitan mujeres y hombres que se sientan socialmente responsables, que sean generosos, solidarios, capaces de dar la vida por el bienestar del prójimo.

Cabe destacar que la definición de izquierda es lo suficientemente ambigua para que quepan ambas corrientes ideológicas y que ninguna de ellas es más verdadera que otra. Decir “izquierda” no quiere decir nada: lo que define es anti-capitalista o pro-capitalista, socialismo o barbarie.


¿Y qué países o modelos creés que deben ser una referencia para la izquierda del siglo XXI?

No hubo ni hay modelos para la sociedad que queremos. Existen e influyen en el pensamiento político las raíces históricas del movimiento popular, el artiguismo, que en el siglo XIX logró conformar un pueblo armado y organizado con los sectores sociales más desprotegidos de las provincias del Plata: guaraníes misioneros, zambos, mulatos, negros, criollos pobres, charrúas, artesanos, troperos. Un pueblo en armas para terminar con la injusticia del latifundio y del monopolio extranjero del comercio y las finanzas. Doscientos años de historia desde la revolución de 1810 y los enemigos del pueblo siguen siendo los mismos: el latifundio y las grandes corporaciones de capital extranjero.

Existe e influye la historia del movimiento obrero desde de la Comuna de París, de 1871, al presente, toda la cadena de experiencias revolucionarias frustradas que, en definitiva, constituyen un rico caudal de enseñanzas, una biblioteca a disposición de quienes se propongan revolucionar el mundo.

No quiere decir que las futuras insurgencias se puedan librar del pecado y el error, sino simplemente que hay mucho donde aprender, mucho que estudiar e investigar, mucha teoría para amasar y digerir. No hay modelos preestablecidos, el modelo se va a construir a partir de una moral revolucionaria firme, sin ella no habrá revoluciones.


¿Qué evaluación hacés de lo que fueron los regímenes del llamado socialismo real? ¿Y qué lecciones puede sacar la izquierda de esos procesos?

El término socialismo real tampoco dice mucho y, además, induce la falsa idea de que los precursores del '17 y los revolucionarios de todo el mundo lucharon por un socialismo irreal, en el aire, sin asidero real. En el impulso de los insurrectos rusos de 1917, en el espíritu de los combatientes rojos que derrotaron a los nazis en 1945 y en el esfuerzo de quienes creyeron estar construyendo el socialismo, se descubren los rasgos principales de una subjetividad capaz de hacer revoluciones.

El fracaso de la experiencia soviética vino de la mano con la decisión de mantener vigentes las armas melladas del capitalismo e interrumpir el desarrollo de esos valores que fueron la fuerza moral de la insurrección del '17. La revolución es un fenómeno de consciencia, de cambios muy profundos en las maneras de sentir y de pensar que, de haber continuado luego de la insurrección de octubre, habrían impedido que un grupo de burócratas monopolizaran el quehacer político en la URSS. Las políticas de construir el socialismo en la URSS y la de coexistir pacíficamente con el capitalismo son la consecuencia de esa renuncia a continuar impulsando el espíritu revolucionario. Todavía se sufren las consecuencias éticas, morales y culturales de la derrota de la insurgencia del '17 por la contrarrevolución estalinista.

¿El marxismo tiene vigencia como herramienta de análisis y transformación de la realidad? ¿Considerás que conceptos como lucha de clases y dictadura del proletariado aún son válidos?

Bueno, bueno, la lucha de clases aparece cada vez que le meten la mano en el bolsillo a los asalariados, sea con aumento de las tarifas de los servicios públicos o del IRPF. La lucha de clases reaparece cuando quieren desalojar a quienes viven en los asentamientos de la ciudad de Maldonado o del Parque Guaraní en Montevideo. También vive y colea la lucha de clases en el decreto de esencialidad con el fin de desarticular la movilización sindical de los docentes.

Cada día queda más en evidencia que esta democracia, entre comillas, a la que se regresó en 1985, es muy demócrata para las 3.300 personas que se apropian del 50% de los ingresos de capital y la sienten como una verdadera dictadura del capital los 120.000 jubilados que cobran menos de $8.000 y el medio millón de uruguayos que gana menos de $15.000.

¿Es un marxista Leonardo Boff cuando dice que la clase dominante se apoderó del sistema político en Brasil? ¿O simplemente expresa conceptualmente la realidad que todos perciben a través de sus sentidos?

¡A no joder con jueguitos de palabras! El marxismo continúa proporcionando los elementos y las categorías que permiten aproximarse con mayor exactitud a la realidad de la sociedad de clases.

Vengamos más acá y hablemos concretamente de Uruguay. ¿Cuánto se ha avanzado a partir de los gobiernos del Frente Amplio y cuánto falta por hacer?

¿Se pueden considerar las políticas asistencialistas como un avance? ¿O simplemente son un alivio momentáneo que genera dependencia del partido de gobierno y permite que esos clientes consuman un poco más, sin por ello escapar a la marginación política y social?

¿Se puede considerar un avance que haya un 10 o un 15% menos de rapiñas? ¿O simplemente son cifras para justificar la apuesta política y presupuestal al aparato policíaco represivo y las cárceles para resolver el problema social de la marginación y la exclusión?

Se ha revelado que el 25 % de los liceales tiene extraedad. ¿Eso es un avance de la educación gratuita e igualitaria? ¿O son cifras que revelan la ausencia de una política educativa que tienda a producir jóvenes que piensan críticamente?

¿Se puede considerar un avance que se cultiven un millón y medio de hectáreas en base al uso de agrotóxicos que contaminan tierra y agua? ¿O es una cifra que debe provocar pavor en cualquier ser más o menos pensante?

¿Se puede considerar un avance que las calificadoras de riesgos expresen su satisfacción por la buena marcha del capitalismo en el Uruguay? ¿O debemos preocuparnos por el regocijo de quienes hacen su negocio provocando crisis de la economía mundial y utilizando para expropiar los ingresos de las clases más favorecidas?

¿Puede considerarse un avance el crecimiento de las inversiones extranjeras directas, de la deuda externa y de las ganancias de los bancos? Sí, ya lo sé, es un avance para la clase dominante criolla y para los capitales del exterior.

En realidad, Emiliano, si al Frente Amplio todavía le queda más por hacer en ese rumbo, ¡pobre de nosotros!


Y entonces, ¿dónde está la izquierda política en Uruguay? ¿Desde qué espacio político se puede avanzar en la construcción de una alternativa al capitalismo?

Quiero abrazar al compañero Óscar Andrade y reconocer que su actitud de regresar al movimiento social es un hecho con aroma a futuro. Una actitud que implica colocar en la lucha social el eje de la acumulación política. Reconforta este mensaje ideológico que fortalece a las organizaciones sindicales.

Casi todo el espectro de izquierda ha caído en la trampa de la democracia formal y consume sus esfuerzos en recorrer caminos electorales que la conducen a un túnel sin salida. El propósito de captar votos a cualquier costo indujo la renuncia a luchar por la anulación de la ley de impunidad por parte de la mayoría de los delegados de un Congreso del Frente Amplio. Las alianzas y las concesiones programáticas necesarias para ganar elecciones conllevan la confusión que oscurece el entendimiento político del movimiento popular. En las luchas sociales se identifica nítidamente a los responsables del desastre de las clases populares y a quienes les prestan su consentimiento desde el gobierno y el parlamento y, en consecuencia, se avanza en la comprensión de la realidad.

Puede afirmarse, sin embargo, que en estos últimos diez años la gente ha ido entendiendo que sus problemas no se resuelven con mayorías parlamentarias. Que con un gobierno progresista la distribución del ingreso sigue siendo muy injusta y la brecha social se ensancha al tiempo que se profundiza. Que han convertido al Uruguay en la reserva ideológica de la impunidad de los crímenes del terrorismo de Estado. Que han permitido que la propiedad de la tierra esté cada vez más concentrada y pertenezca a capitalistas extranjeros. Que abortar siga siendo el vía crucis de las mujeres que quieren interrumpir su embarazo. Que la legalización de la marihuana y el matrimonio igualitario para borrar prejuicios y alivianar las mentalidades conservadoras y reaccionarias que dominan nuestra sociedad.

En fin, se va entendiendo que el camino para dar soluciones a los grandes problemas sociales está muy alejado de la juntadera demagógica de votos.

jueves, 19 de mayo de 2016

Dilma y el suicidio del “progresismo”



Carlos Carcione

Lamentablemente ocurrió. Luego de unos pasos de tragicomedia del presidente de reemplazo en la Cámara de Diputados, el Senado brasilero aprobó el juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. La salida del PT del gobierno, después de 13 años, plantea preguntas necesarias que merecen respuestas urgentes.

No se trata solamente de la maniobra de una casta política corrupta sin sustento de legitimidad, que lo es. Tampoco es estrictamente un golpe de estado, tal como los entendemos en América latina. Que el enemigo es perverso es una lección básica que se debería haber aprendido hace tiempo, por eso, no se trata simplemente de lo que hicieron los enemigos o los “traidores”. Se trata, sobre todo, de entender qué hizo mal, o mejor dicho qué es lo que dejó de hacer de lo que debía el partido de Lula.

La trampa fue orquestada desde las cúpulas del capital, los grandes medios y los partidos más conservadores y de derecha pero el PMDB, partido aliado de Dilma en el gobierno, fue la carta de triunfo. Una maniobra que Michel Temer dirigente de ese partido y por 6 años vicepresidente de Rousseff, facilitó y ayudó a construir. Fue realizada a plena luz del día. Estuvo frente a las cámaras y en las portadas de los periódicos por meses. Desde lejos se pudo apreciar como la conspiración se desarrollaba, cómo la artificio destituyente crecía. Y cómo el PT, el icono del llamado pos neoliberalismo en nuestro continente, dejaba ver su proceso de adaptación a un régimen corrupto y elitista, al decidir confiar más en la negociación con los bandidos, antes que apelar a la participación soberana del pueblo para romper la maniobra. Pero: ni la maniobra fue inesperada, ni ocurrió de “golpe”.

Hoy, desde los sectores afines al “progresismo”, se habla del desprecio de los parlamentarios que habilitaron el juicio político por los 54 millones de votos que reeligieron a Dilma en 2014, lo que es cierto. Pero nada se dice que la diferencia con la que ganó Dilma fue la más pequeña en una elección presidencial desde la salida de la Dictadura, apenas 3 millones de votos más que el derechista Aecio Neves que obtuvo algo más de 50 millones. Y menos se señala que el registro electoral habilitaba a 146 millones de ciudadanos a votar. Es bueno recordar que la diferencia fue menor todavía que la que obtuvo Collor de Melo sobre Lula en 1989, y también que Collor fue destituido de la misma forma que lo está siendo Dilma, tampoco se le comprobó delito.

Pero si vemos estos números como una fotografía, el hecho que parece saltar a la vista, es que esta crisis política y la maniobra con la que la clase dominante de Brasil intenta resolverla, se está desarrollando bajo la mirada indiferente de más de un tercio de la población brasileña por la suerte que corran sus “dirigentes” políticos. Y hace evidente el desgaste y la pérdida de base de la experiencia del PT.

Dilma, Lula y el PT recibieron una alerta temprana del deterioro y el malestar de la población con su gobierno y la desoyeron, ratificando el rumbo que esa alerta cuestionaba. En el movimiento conocido como las jornadas de junio, en el 2013, millones ganaron las calles reclamando que el transporte público, la salud, la educación, la vivienda, en fin las necesidades populares postergadas, tuvieran el mismo trato que tuvo la inversión pública para el Mundial de Futbol. Querían para sus necesidades “Padrao FIFA”, y frente a este reclamo, el gobierno prometió pero no cumplió. El movimiento de junio, quedó registrado como el despertar de la indignación popular. Nada fue igual en la relación del PT con su base social desde entonces.

Se cuestiona también el carácter corrupto de los que impulsan la destitución, lo que es verdad. Pero se omite la complicidad estructural del PT con ese flagelo. La promiscuidad entre el gran capital privado, los negocios públicos y los dirigentes de los partidos tradicionales, conforman un modelo miserable de hacer política. La investigación conocida como Lava Jato, antecedente judicial de esta crisis, involucra a gran parte de la clase política de todos los partidos, incluido el PT en una trama escandalosa de corrupción. Y es lógico que Michel Temer haya nombrado como ministros, apenas asumir el reemplazo de Dilma, a dirigentes involucrados en esa investigación. Pero este fenómeno no es nuevo: a poco de asumir, Lula su primer mandato estalló otro caso similar conocido como Mensalao, por el cual pagó cárcel uno de los dirigentes históricos del PT y presidente del partido entonces, Joao Dirceu. La corrupción es el sistema. En todo caso, los hechos confirman el fenómeno de adaptación del PT a ese sistema de negociación política que es lubricado con fondos negros del sector privado recompensados por fondos grises de origen público.

Otro cuestionamiento que ha circulado es el carácter antidemocrático del régimen electoral brasilero. Este facilita, por ejemplo, que una parte importante de los diputados puedan serlo casi sin haber obtenido votos. Pero aquí el problema es el mismo, en 13 años de gobierno el “progresismo” no modifico ese mecanismo. Una de las promesas de primer minuto de Dilma en medio de las Jornadas de Junio fue la necesidad de una Constituyente que ampliara el espacio y los procedimientos electorales. Sin embargo el resultado de esta promesa fue que las modificaciones que se introdujeron desde el parlamento, hacen al sistema todavía más antidemocrático y elitista que antes.

Por fin, en el momento de mayor crisis económica de las últimas dos décadas, la dirección del PT prometió antes de la segunda vuelta electoral del 2014 mantener las mejoras de sus gobiernos anteriores y superarlas. Pero una vez asumida, Dilma eligió como ministro de Finanzas al que iba a ser designado por su oponente de derecha, Aecio, y dio inicio a un programa de ajuste neoliberal.

En síntesis, donde hacía falta desmontar la corrupción y desmantelar la relación promiscua entre negocios y política eligió dejar todo como estaba y adaptarse a esa relación. Donde para ampliar la participación de los ciudadanos era necesario modificar el sistema electoral para hacerlo más democrático eligió profundizar el modelo y optó por menos democracia. Frente a la crisis económica, donde la alternativa era entre atender las demandas populares o elegir el camino del ajuste, optó por las clásicas medidas neoliberales. O como señalaron en su momento Pedro Stedile del movimiento de los campesinos sin tierra o Frei Beto, donde debía apoyarse en los movimientos sociales para buscar las transformaciones necesarias, eligió la conciliación con los sectores del privilegio, facilitando el trabajo de los que hoy impulsan la destitución de Dilma y la salida del PT.

Así, al decidir como lo hicieron frente a cada una de esas opciones y sobre todo, puestos en el brete de optar entre la negociación con sus verdugos o devolverle el poder al pueblo convocando nuevas elecciones, Dilma, Lula y el PT eligieron el camino que lleva al suicidio del “progresismo”.

martes, 19 de abril de 2016

La filtración de Panamá o las entrañas del Capitalismo


Dagoberto Gutiérrez

La difusión de más de once millones de cuentas depositadas en bancos panameños ha producido un aparente escándalo internacional y la figura de paraíso fiscal ha aparecido como algo pecaminoso, fuera de la ley y hogar de negocios oscuros.

En realidad, la decisión de publicar estos informes tiene un sentido rigurosamente económico y otro estrictamente político. Al dilucidar estos aspectos podemos colegir a quien o a quienes pertenecen las manos que movieron los hilos. Veamos cómo se procesa esta reflexión.

El capitalismo contemporáneo, con su gigantesca producción de mercancías y con un mercado dueño de los Estados y de la guerra y de la paz tiene el problema que su escenario, el planeta tierra, no crece, y resulta pequeño para el crecimiento exponencial del tráfico de mercancías producidas. Todos sabemos que la tierra como planeta decrece en lugar de crecer y es un hogar ya reducido para los grandes mercaderes que están calculando hacer negocios con los mismos planetas y sus recursos.

Esta situación llevó al capitalismo a establecer un área en donde los procedimientos y la legalidad fueran reducidos, dando facilidades para la creación de empresas, flexibilizando su funcionamiento y también los depósitos y movimiento de capitales, como podríamos pensar en un capitalismo informal, creado por el mismo capitalismo ya formalizado, es decir, aquel que tiene arraigo en un Estado determinado, que paga sus impuestos, que cumple requisitos que pueden resultar compendiosos, pero que tiene problemas de crecimiento, que son resueltos con la creación de una especie de hijuelo informal. Estas áreas informales son las que se conocen como paraísos fiscales, dotadas de una adecuada legalidad, en donde los capitales cuentan con la protección del secreto bancario y donde se regularizan los capitales que puedan tener un origen fuera de la ley, pero que al ser purificados engrosan las filas del capital internacional, una vez curados, saneados y bendecidos sus orígenes, no siempre bonancibles. Esta es la fórmula exitosa que ha permitido a los grandes bancos y grandes empresas mantener su salud financiera y sus cuentas saludables.

Surge un problema y es que cada vez más los grandes centros financieros, tanto de Europa como de Estados Unidos, necesitan más capital, pero éstos, que tienen libertad de escoger los paraísos fiscales a donde irse, prefieren las condiciones del paraíso panameño y la competencia se vuelve desfavorable a los grandes centros financieros que necesitan atraer y contar con mayores cantidades de capitales.
Esta parece ser la razón principal de la decisión de hacer públicos los nombres de los dueños de esos capitales para demostrar que ese paraíso fiscal ha dejado de ser seguro y que es necesario emigrar a otro paraíso.
Por supuesto que aquí hay golpes políticos a gobiernos y países amigos y hasta aliados que resultan afectados porque aparecen con sus entrañas abiertas al viento y al sol; aun cuando en el planeta hay otros paraísos que funcionan de la misma manera o con mayores facilidades, mayores ocultamientos, y todo dentro de la protectora legalidad establecida por esos mismos centros financieros.

En estos casos, la legalidad funciona como una especie de trapo que limpia la sangre, que protege los puñales, y oscurece también los socavones del capital, pero en el terreno político, al aparecer los nombres de los dueños del capital y los montos de esos capitales, las repercusiones van más allá de los movimientos financieros esperados, y por ejemplo, en el caso de Rusia, el afán de afectar a Vladimir Putin aparece manifiesto y evidente, pero en el caso de Mauricio Macri, el presidente argentino, se ha puesto en la picota a un aliado seguro y confiable, proveniente de la familia quizá más rica de Argentina. Y en el caso de nuestro país, estas revelaciones no han hecho sino poner el dedo en una herida que ya estaba abierta y sangrante, con repercusiones agregadas y a lo mejor multiplicadas.

Los nombres que aparecen referidos a El Salvador tienen una urdimbre política precisa y un bando ya establecido, y el problema para estos capitales, como ya hemos dicho, no tiene que ver con la legalidad de las operaciones sino con el origen de los mismos. Es decir que los propietarios deberán demostrar que tienen condiciones para producir y poseer legalmente los capitales de los que son propietarios, según las cuentas. Y aquí radica, precisamente, el aspecto político en el caso de nuestro país. En estas esquinas se establecen las relaciones, las colusiones y los verdaderos orígenes de los capitales que, en todo caso, busca refugios en estos paraísos fiscales. Tanto en el caso de nuestro país, como sobre todo en los grandes centros financieros, para los cuales el origen de los dineros no importa mucho, siempre y cuando alimenten y hagan crecer sus cuentas.
Tanto los Estados Unidos como centros financieros europeos o asiáticos se disputan entre sí la atracción y control de los capitales que circulan, sin tomar en cuenta su origen.

Salvando las distancias históricas, se trata de una situación parecida a la que se presentó cuando el imperio inglés decidió convertir en caballeros nobles a los grandes piratas como Morgan, Drake, u otros, porque sus correrías y asaltos a barcos españoles pletóricos de riquezas podían engrosar las cuentas de la corona inglesa. Pues bien, esas piraterías y esos piratas, navegan hoy en sus navíos armados en estos paraísos fiscales que ahora están disparando de un barco a otro barco.
No se trata, en ningún caso, de ninguna lucha contra la corrupción o de un afán de saneamiento de cuentas oscuras. Es, en todo caso, una lucha intestina e implacable entre los mismos capitales y capitalistas que cuchillo en mano y usando la legalidad como la masa o el garrote en el paleolítico, pelean por el oro y los billetes.

De eso se trata, nada más y nada menos, pero esto mismo nos puede enseñar sobre el momento histórico que estamos viviendo.

miércoles, 6 de abril de 2016

Los 86 años del Partido Comunista de El Salvador



Dagoberto Gutiérrez

A las 8 de la mañana del domingo 3 de abril, empezaron a llegar grupos de jóvenes que entre risas y abrazos parecían saber que es lo que iba a ocurrir en el Teatro de Cámara Municipal “Roque Dalton” en San Salvador.

Las puertas estaban abiertas, la musica resonaba en el escenario, suave y cadenciosa, una manta grande con el nombre de Partido Comunista de El Salvador y retratos de Marx, Engels, Lenin, Farabundo Martí, coronaban ese escenario. En el exterior se instalaban ventas de libros, adornos y otras cosas de ocasión, mientras el café y el pan empezaba a circular. La mañana era radiante y el sol lleno de cortesía no calcinaba todavía.

El Partido Comunista de El Salvador celebraba sus 86 años de existir, luchar en diversos terrenos, resistir y promover. Los que en marzo de 1930 lo fundaron a orillas del Lago de Ilopango, probablemente no esperaban que la nutrición ideológica y política de la creatura que surgió ese domingo, en esa reunión de obreros, artesanos e intelectuales, tuviera tanto vigor y llegara a ser tan necesario.

El PCS ha recorrido diversos territorios, empezando por la fugaz y peligrosa legalidad en las elecciones que el dictador Maximiliano Hernández Martínez convocó en el año 31 del siglo pasado. Luego vinieron largos años de represión hasta que en 1950, en los turbulentos acontecimientos de esa década, nuevamente el Partido Comunista emerge buscando comunicación con las masas. Estos fueron años de desarrollo del trabajo en el seno del movimiento sindical, hasta que a finales de esa década, en 1959, al triunfar la revolución cubana, el pueblo es cruzado en su ánimo, voluntad y pensamiento por un huracán de entusiasmo y resistencia que esta revolución expandió.

Estos años fueron espacios encendidos de lucha de masas, de organización, movilización y también de áspera y ruda clandestinidad que en ningún momento impidió el trabajo político del PCS.

El ambiente social con sus llamas, sus cruces de pensamiento y acción, crearon las condiciones para que en 1969, el Partido sufriera la única división de su historia, de resultas de la cual fueron creadas diferentes organizaciones populares. Al final de esta década viene la guerra con Honduras y el Partido apoya la lucha contra la cúpula militarista del gobierno hondureño, que estaba masacrando a miles de migrantes salvadoreños radicados en Honduras.

En este década del 60 estalla la primera huelga nacional de maestros, dirigida por Andes 21 de Junio, y el Partido Comunista fue un destacamento infaltable en esta gesta histórica. Un año anterior, en 1967, el Partido es fuerza fundamental en la campaña electoral del Partido Acción Renovadora (PAR), que movilizó y organizó a miles y miles de salvadoreños.

La década de los años 70, que es como una bisagra histórica, fue el escenario del ensanchamiento de las fuerzas revolucionarias y la lucha armada aparece como una de las formas políticas de resistir a la dictadura militar de derecha, establecida en 1932. En esta década se fundamentan las condiciones ideológicas y políticas de las que surgirá la guerra en su forma de lucha armada, y ya en los años 80, la guerra aparece como lucha armada generalizada.

Es en estos años donde el pueblo, a través de sus organizaciones, construye su obra maestra: la alianza política llamada Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que dirigiría la guerra del pueblo contra sus opresores durante 20 años.

El Partido y la Juventud Comunista remontaron esta máxima prueba con un alto costo de sangre y de vidas preciosas, pero al final, el PCS está política, ideológica y socialmente fortalecido y transformado.

Este momento histórico de cruce de caminos resulta caro y oscuro para un partido que había resistido con éxito décadas de represión y aislamiento y que había remontado con éxito la más sangrienta guerra de nuestra historia, al final de la cual se extingue el acuerdo político entre las distintas fuerzas y sobreviene el dilema histórico de incorporarse al sistema político pero saliendo de la sociedad. Es en este momento cuando este sujeto histórico sufre un quebranto en su existencia y aparentemente es apartado de la lucha política en nombre de un supuesto y nuevo actor destinado a circular en las cañerías ideológicas del mismo régimen.

Han pasado 25 años de un periodo amargo y oscuro para el pueblo y resurge la necesidad de un instrumento político que construya junto con el pueblo la luz del entendimiento necesaria, que construya los caminos que hay que recorrer, que proponga las formas que las luchas deben y tienen que adoptar, que convoque a los hombres y mujeres con voluntad para resistir y que finalmente lleve al pueblo a nuevos estadios de lucha contra la actual dictadura del mercado neoliberal, de su gobierno lacayo y de los nuevos esbirros.

El pueblo colmó las instalaciones del Teatro de Cámara y adultos, jóvenes, hombres y mujeres, permanecieron atentos y entusiasmados ante el mensaje que un Partido Comunista resistente expresó toda la mañana. Este pueblo buscaba respuestas y también preguntas, buscaba caminos y soluciones históricas para que puedan convertirse en soluciones puntuales a problemas puntuales.

A los 86 años, el Partido expresa un amorío entre una larga experiencia histórica y un entusiasmo juvenil para acometer lo que el momento requiere, y así, los acordes de la Internacional se cruzaron con las notas y cánticos de la resistencia actual, y aquel Partido que estuvo en la base organizativa del levantamiento de 1932, que fue diezmado por la matanza, aparece con vigor, con pensamiento fresco y resistente. El pueblo que nutre los sueños y las utopías, que necesita un instrumento real para las luchas actuales, necesita como nunca antes a un Partido Comunista popular, revolucionario, anti-capitalista, participativo y constructor del socialismo necesario y oportuno.

La fiesta del domingo 3 de abril debe continuar y necesita ensancharse para que sus luces no se apaguen nunca y la sangre de los mártires siga alumbrando los caminos llenos de redención de todos aquellos y aquellas que murieron en la tortura, que desaparecieron sin nombre, que cayeron con el fusil en la mano. Para todos ellos, esta fiesta es parte del homenaje necesario y perenne que construimos con nuestra lucha.